sábado, 1 de marzo de 2008

Pozos de ambición, de Paul Thomas Anderson

De Paul Thomas Anderson apenas había podido disfrutar hasta la fecha de Boogie Nights, una provocativa crónica del cine porno americano de los setenta a la que tal vez le falta algo de brío, y de la estupenda Magnolia, un drama coral con personajes originales bordeando lo raro y una puesta en escena eléctrica que capta con energía la atención del espectador. Y nada más. Y nada más sobre todo porque tampoco había mucho más; Pozos de ambición es sólo la quinta película del director americano. Y sin duda alguna la peor de las tres que le he visto hasta el momento: si Boogie Nigths carecía de nervio, Pozos de ambición no tiene ni pulso ni respiración ni na de na.

Basada en la novela Petroleo de Upton Sinclair, se ve que Anderson ha querido echar aquí el resto y hacer su particular versión del “Más grande que la vida”, ese típico y prestigioso producto hollywoodiense, espectacular pero supuestamente serio, con el que los grandes estudios pretenden convencer por estas fechas a los críticos de que allí también se hace buen cine, y de paso arrasar en la ceremonia de los Oscars. Ah, pero el intento en esta ocasión no ha colado, fundamentalmente porque lo que les ha salido es un tostón indigesto sin alma ni interés; un film muy bien fotografiado y ambientado, eso sí, pero también muy frío, muy distante y muy me importa un comino si los personajes se mueren todos de escarlatina o si se cambian de sexo. Y eso que parte de un argumento en principio muy prometedor: Daniel Day-Lewis es un audaz empresario petrolero al que veremos hacer fortuna a lo largo de las tres primeras décadas del siglo pasado con su mezcla de arrojo, astucia y completa falta de escrúpulos (los tres mandamientos indispensables del buen empresario y que yo resumiría en uno solo: ser un auténtico hijo de puta).

Alguien que, contrariamente a lo que sugiere el pésimo título que le han encasquetado en nuestra España sin complejos -esa nación tan vieja y tan admirable que ofrece las mejores oportunidades pero que también sabe ser exigente- hace lo que hace no por ambición sino por carácter; porque es lo único que sabe hacer, para lo único que vale y lo único que le distrae. Ya lo dice el propio Day-Lewis y si no, ¿en qué voy a ocupar mi tiempo?”. Y eso mismo me pregunto yo, ¿en cuántas cosas mejores no podía haber yo empleado mi precioso tiempo?


Pues eso, una mierda de la que no merece la pena seguir hablando. Por cierto ¿os habéis fijado en lo académico que se ha vuelto últimamente mi reseñar?

7 comentarios:

  1. No lo he querido leer. He visto el título y he venido directa a la respuesta. Mañana cuando lo lea entonces opinaré.
    Ya, es absurdo lo que he escrito, como tan absurdo puede ser contestar en un blog a la 1.30 de una madrugada de domingo. Bona nit. Un café con leche con mucha espumita.

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  2. Quería decir mañana cuando vea la peli. Dios, que sueño tengo, ya no sé ni lo que escribo. Nanit.

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  3. No te preocupes Eva, aquí no hay exigencias ni requisitos para escribir; deja comentarios siempre que quieras, aunque no hayas leido la entrada o no tengas nada que decir o tengas demasiado sueño para saber a ciencia cierta qué estás diciendo. Me vale con sentir cerca la presencia de los demás.Por cierto, ya me contarás que te parece la pelí. Yo de momento no digo nada.

    Un Ballantines con cola.

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  4. Sigo sin leer la entrada. He visto Juno. Otro día le tocará a los ambiciosos pozos.

    Un Malibú con piña.

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  5. Pues muchas gracias por tu reseña, intentaré no ir a ver esa película, y de paso me ahorro unos leros.
    Por cierto, ya que mencionas a Magnolia, ¿te has fijado en que esas vidas cruzadas es un recurso muy utilizado por Alex Robinson en sus obras? aunque me imagino que no será el único (tanto en el cómic como en el cine)

    Weno, pues nada, un saludo.

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  6. Pues como Eva lo hace yo también. No voy a hablar de la película que comentas, porque no la he visto ni tengo intención de verla. Pero quería decirte (como mola este blog, cada uno va a su bola ...), que voy por el segundo comic de "El almanaque de mi padre". Que mi chico me mira raro porque dice: Qué coño haces tú leyendo eso ????

    Y que claro, como era muy largo contarle que una vez abrí un blog y cotilleando perfiles llegué a este blog, de un tío que entonces hablaba de boxeo, algo que a mí no me gusta ni entiendo, y de comics, que me gustan pero no entiendo me quedé y que cuando se despide dice cosas como "una ensaimada de espuma" y que un día le pregunté qué comic le compro a mi chico y se lo compré y que me dijo lee lo del Almanaque y yo pasé, pero un día en la biblioteca lo vi y me gustó ... vamos, que le he dicho: Y a tí que te importa??

    Ya está, si me separo será culpa tuya.

    Eso es todo.

    Perdón a los que querían entrar a comentar la película. Me he colado.

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  7. Pues sí, Boca, es cierto que el recurso de las “vidas cruzadas” es característico de Alex Robinson. Tanto que hay por ahí quien le otorga el titulo de “Robert Altman del cómic”. Curiosamente el otro día estuve viendo una de esos reportajes maravillosos de Días de cine, en el que hacía un repaso a la utilización que el séptimo arte ha hecho de esta técnica narrativa, y aunque la popularización la colocaban en el “Vidas cruzadas” de Altman, decían que el origen se remonta nada menos que a 1932, a “Gran Hotel” de Edmund Goulding (el mismo que adaptó con exito a la gran pantalla la estupenda novela “El filo de la navaja” de Somerset Maugham). Curioso.

    Buena respuesta, Hache (empiezan preguntando por qué lees lo que lees y acaban queriendo saber por qué respiras 60 veces por minuto y no 115), ahora eso sí, que conste que no me siento responsable de cuanto pueda suceder en tu matrimonio. Y no digo que no sea culpable, digo que ya hace mucho tiempo que perdí toda forma de responsabilidad o sentimiento de culpa. Por cierto, mi reseña de Pozos de ambición, por una vez y sin que sirva de precedente, no da información crucial sobre el desarrollo o desenlace de la peli, sólo levanta acta de la impresión que me causo. Quiero decir que la podéis leer tranquilamente y sin temor a que os la eche a perder. A no ser que eso, leer mi reseña, te suponga una nueva bronca con tu niño grande…

    Un tirón de orejas admirativo.

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