martes, 4 de julio de 2006

La contienda

Bien, dijo la anciana acomodándose en el sillón, la historia es la siguiente: una mañana de sol ardiente, espoleado por el demonio de la venganza, Harper llegó al Kitty´s Heaven a lomos de su oscuro caballo. Venía decidido a dar cumplida cuenta de Mirna Logan. Pero antes de ejecutar su venganza deseaba gustar de sus hábiles caricias; quería mancillar, también él, el cuerpo de la hija de Jhonny Logan, el hombre que muchos años atrás había matado de un certero balazo en el entrecejo a su padre. No estaba dispuesto a renunciar a tan exquisito placer.

Mientras Mirna se desnudaba Harper escondió su revolver bajo la cama, donde le sería fácil recogerlo después de haber descargado en la intimidad de Mirna el ardor de su rabia. Pero cuando ello sucedió, Mirna, que era lista como el hambre, adivinó con oportuna intuición las intenciones que animaban al cowboy y valiéndose de las artes aprendidas a lo largo de su dilatada vida de mujer pública, lo sedujo para que la amase una vez más.

Tampoco se le ocultaban a Harper las intenciones de Mirna, pero fascinado por su belleza y sus destrezas amatorias fue incapaz de negarse a los reclamos de su cuerpo. De este modo, conscientes ambos de cuanto estaba en liza, los contendientes se amaron sin descanso un día tras otro, hasta que una noche, lejos ya de la mañana en la que llegó al Kitty´s Heaven decidido a acabar con la vida de Mirna, el corazón de Harper, extenuado por el fragor de la disputa, dejó repentinamente de latir, sumiendo al de Mirna en el desconsuelo y la soledad.

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