sábado, 25 de marzo de 2006

Echando de comer a los perros

¡¡Uf, vaya obra esta Aullidos!! Vaya por buena, vaya por intensa, vaya por divertida. Y es que nos encontramos ante un dramón de mucho cuidado con un repertorio de truculencias de lo más variado: alucinaciones, zoofilia, muertos que son utilizados para alimentar perros y vivos también. Pero que nadie se asuste, porque si por algo revuelve las tripas Aullidos, - y las del alma además- no es por esto sino por la desoladora recreación que de la soledad de una anciana viuda y sin hijos hace.
Un ser humano completamente desbaratado tras la muerte de su marido, anclado en un pasado que rumia una y otra vez como si tratará de encontrar las verdaderas razones de su desgracia, de esa fatal ausencia de contenido alguno que pueda justificar su existencia. Vacio que la protagonista tratará de llenar de cualquier manera y a cualquier precio: ofreciendo su amor a un yonki, entregandose –en el sentido más literal- a sus perros o abandonandose a la locura y al delírio etílico. Especialmente inquietantes son esos aullidos constantes que dan título a la obra y que penetran la conciencia del espectador durante la misma, adentrandolo de lleno en la malsania que destila la ambientación.

Sin embargo en la obra también hay lugar para la sonrisa, auque sea amarga y triste, de la mano de la descarnada ironia con la que trata de defenderse la anciana y que provoca algún que otro diálogo rebosante de ingenio y mala leche.

Pues nada, que me lo pasé pipa (de las Grefusas con sal) en el teatro.

1 comentario:

  1. Pues,título aparte, me temo que poca relación más tienen. Es una obra bastante interesante, aunque no creo probable que se represente más alla de la propia Extremadura. Así que lo vas a tener difícil para verla en Lorca.
    Que le vamos a hacer.

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